Por JORGE EBRO
jebro@elnuevoherald.com
JUPITER- Yuniesky Maya echó a andar hacia el montículo y alguien le gritó a sus espaldas: "Llegó el momento de saber si es verdad, no tengas miedo''. Y el lanzador cubano, sin dejar de caminar respondió: "Ah, compadre, si usted supiera, yo estoy curado de espanto''.
Un poco nervioso primero y luego en total control de sí mismo y la situación, Maya debutó el viernes en la pelota profesional de Estados Unidos al trabajar tres entradas con el equipo de la Liga de Novatos de los Nacionales de Washington.
Tras golpear al primer bateador que enfrentó, Maya demostró por qué el conjunto de la capital estaba dispuesto a desembolsar $8 millones por los próximos cuatro años: no le sacaron la bola del cuadro, es más, no le dieron ninguna conexión fuerte, no regaló boletos y ponchó a uno.
"Maya es el típico lanzador que obliga a los bateadores a conectar por el suelo'', expresó Jhonny de Puglia, jefe del departamento internacional de talento de los Nacionales. "Para ser su primer juego, estuvo muy bien, y espero que continúe mejorando. Esperamos verlo este mismo año en las Mayores''.
¿Este mismo año?
Al parecer, ése es el plan. Una semana más en Liga de Novatos y de ahí a Doble A, y de ahí a Washington. Mientras Maya lanzaba, los ejecutivos de los Nacionales informaban al alto mando de la organización sobre la grata imagen que estaba dejando el cubano.
Con una recta que llegó a moverse entre las 89 y las 91 millas, y un repertorio de cambios, sliders y curvas, Maya nunca dejó entrever el vía crucis personal que padeció para salir de la isla en busca del sueño de las Grandes Ligas.
A mediados del año pasado, Maya fue capturado por las autoridades cubanas cuando intentaba fugarse del país, hasta que en una segunda aventura logró evadirse y llegar a República Dominicana en septiembre.
"Cuando me sorprendieron y me encerraron, fueron días muy difíciles, pero que me dieron la convicción de que tenía que irme como fuera'', afirmó Maya. "Lo iba a seguir intentando hasta que se me diera. Ahora, al verme aquí, me doy cuenta de que el sacrificio valió la pena''.
Los sacrificios de Maya comenzaron desde que era pequeño y se resignaba a recoger pelotas en el estadio de Pinar del Río sólo para estar cerca de sus ídolos. Casi vivía en el parque y un día lo mismo le recibía pelotas en la goma a José Ariel Contreras que ayudaba en una sesión de prácticas al mánager Alfonso Urquiola.
"Urquiola [uno de los mejores segundas base de todos los tiempos en la isla] les dijo a los jefes del béisbol en Pinar que yo tendría algún valor como pelotero y logró que me hicieran pruebas'', recordó Maya. "Las aprobé y así fue como me empecé a dar a conocer. Pero cuando estaba despegando, me llevaron para el servicio''.
El servicio no es otra cosa que el período de reclutamiento obligatorio que todo joven cubano debe pasar en las fuerzas armadas. Pero ni allí, en medio de maniobras y llamados de atención, dejó de jugar béisbol en la Liga Azucarera de fines de semana.
Si algo bueno le dejó ese lapso de uniforme fue que descubrió su verdadera vocación: ser lanzador.
"Jugaba jardines, tercera, pero ya llevaba como de 12-0 y le dije al mánager que me pusiera de lanzador y todo cambió'', afirmó Maya. "Fue un especie de nacimiento. Sacaba outs, dominaba y de ahí no paré hasa el equipo principal de mi provincia y luego la selección nacional''.
En la Serie Nacional del 2008-2009, Maya terminó con un récord de 13-4. Fue segundo en ponches, con 119, detrás de Aroldis Chapman, quien sumó 130. Ahora, el holguinero juega con los Rojos de Cincinnati, que pagaron $30 millones por sus servicios.
Convertido en uno de los mejores pitchers del país, Maya nunca tuvo noción exacta de su talento hasta que lanzó en los Clásicos Mundiales de Béisbol en el 2006 y el 2009.
"Yo miraba a esos profesionales con un respeto enorme, pero con la convicción de que si ellos habían llegado a niveles superiores, yo quería, al menos, intentarlo también'', agregó el lanzador de 29 años. "Además, en Cuba, las cosas no funcionaban para mí. No me llevaban a todos los eventos, a pesar de estar en la élite, porque no confiaban políticamente en mí. Todo se aclaraba en mi mente. La decisión de irme ya estaba tomada''.
Y ahora no hay marcha atrás. Esa decisión tiene a Maya en camino hacia las Mayores.
"Creo haber dejado un buen puñado de amigos y seguidores en Cuba por mi forma de ser, valoro la humildad y el esfuerzo'', reflexionó Maya, que el jueves se fue a pescar, su otro deporte favorito, para relajarse antes del debut. "No voy a cambiar. Quiero que en Cuba, en Miami o donde quiera que haya un compatriota, pueda sentirse orgulloso de mí''.
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